La máquina de la memoria
Perder la memoria es la forma más común,pero también más cruel, de demencia. Cuando la larga aventura del cerebro llega a su final, mientras que el cuerpo sigue viviendo, la enfermedad supera los límites de todo lo que la medicina podría saber y el alzhéimer se convierte en una enfermedad social.
Memoria y literatura, Los viajes de Gulliver son un gran ejemplo, novela de Jonathan Swift, donde en una de sus expediciones geográficas el protagonista llega hasta la isla Glubbdubdrib, territorio difícil de pronunciar en el que habitan seres inmortales condenados al deterioro mental, pues no solo se olvidan del nombre de las cosas, sino también del de las personas, además de no entusiasmarse con lo que leen, porque todo lo olvida.
La trigonometría del destino cumplió con crueldad el final de su autor, Jonathan Swift (1667-1745) quien sufrió los estragos de esta enfermedad que aún no tenía nombre hasta 1901,que fue cuando el neurólogo alemán Alois Alzheimer, identificó los síntomas. Desde entonces hasta hoy, la ciencia ha venido luchando en un constante contrarreloj para encontrar una cura, bocetos químicos que pudieran devolver la vida al hipocampo, parte cerebral encargada de la formación de memoria. Pero hasta ahora, los únicos remedios han sido lo más parecido a melodías aleatorias de pocas notas.
Siguiendo con la dimensión literaria, no podía faltar aquí la escritora Iris Murdoch, quien en 1995,justo cuando estaba promocionando su última obra, durante una entrevista en Israel, la escritora sufrió un episodio de amnesia. Las palabras envueltas en la niebla del olvido no se dejaban atrapar y Murdoch enmudeció frente al entrevistador.
Conozco familiares que a lo largo de los años van dejando sus memorias al aire, dónde nunca sabrán de nuevo que es eso que no pueden recordar, poco a poco van alucinado sin saber que en cualquier momento van a llegar a un mejor lugar, parte el alma ver cómo a veces te ven ya como un extraño y no recordarán las risas y los buenos momentos que un día llegaron a pasar,por eso solo queda aceptar que mejor aprovechar el momento, porque nunca sabes si ya no tendrás pistas de ellos.
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